lunes, 23 de marzo de 2009

SHOTOKAN

El despertar del Tigre
¿Cómo Imagina la apariencia del más famoso karateka de todos los tiempos? Añadamos el hecho de que tenia como símbolo un tigre y tal vez en la imaginación de la mayoría de ustedes se dibujará un fiero maestro oriental con musculatura de acero y un récord impresionante de peleas ganadas tras de sí, por supuesto, a muerte. No importa que hayamos visto reproducciones de viejas fotografías en blanco y negro de este gran maestro en edad avanzada, con una mirada penetrante, serena; luciendo un kimono y venerables cabellos de plata cubriendo su cabeza. Eso no importa, en su juventud sería otra cosa, ¿Verdad? Pues...Permítanme contarles la historia de un héroe de las artes marciales que no obtuvo su lugar en la historia basándose en nudillos sangrantes, sino en virtud de su fortaleza interior, perseverancia y paciencia a toda prueba, atributos por los que espiritualmente sus contemporáneos lo identificaron con el TIGRE y que nosotros nos permitimos recordarlo como FUNAKOSHI GICHIN, El padre del karate.
Karate con las Manos Vacias

En el año de 1868, el registro civil del distrito de Yamakawacho en la capital real sé Shuri, Okinawa, la isla más importante del archipiélago situado en el Lago Ryukyu, dio fe del nacimiento de un bebé frágil, pequeño y enfermizo, cuyos padres bautizaron con el nombre de Gichin Funakoshi. Este es un dato importante, ya que presentaría ante las autoridades de una escuela de médicos en Tokio Blandiendo un certificado en el que se registraba como nacido en 1870, esto debido a un edicto que establecía que solamente los nacidos a partir de ese año podían presentar el examen de admisión; pero esto era un mero formulismo, una triquiñuela para poder abrirse paso a través de las entrañas de la maquinaria imperial del Sol Naciente del siglo XIX. El hecho es que Funakoshi siempre se declaró orgulloso de haber nacido en 1868, el mismo año en que nació la "Etapa de Restauración" , de "Modernización del Japón" , decretada por la dinastía MEIJI y que trasladó nuevamente el centro del poder japonés del Shugunato Militar hacia manos del emperador. Okinawa registró la misma fiebre modernizadora que Japón, puesto que formaba parte del espectro geográfico de esta nación que la había absorbido de facto en el ayer. El primer símbolo que marcó el rompimiento de Japón con el pasado fue la orden para todos los varones de cortarse la coleta (Chomnage) o chongo que solían llevar en su cabeza como señal de virilidad.... Asimismo, el arte marcial no se mantuvo indiferente al impulso progresista de la dinastía Meiji que terminaría por transformar la cultura, la ciencia y las artes del Japón. Fue con esta mentalidad que Funakoshi se convirtió en lo que hoy llamaríamos un ecléctico, al mezclar diferentes corrientes de karate, lo cual se antoja motivo de reflexión cuando escuchamos hoy en día hablar de defensores de la tradición que se niegan a enriquecer o incorporar a sus sistemas algunos elementos de otros estilos.
Antes de examinar las influencias que diferentes estilos y corrientes tuvieron en la formación como artista marcial de Funakoshi, es importante tener en cuenta que Karate era una palabra con una traducción muy diferente a la que tiene hoy en día, ya que el ideograma (Kanji) de Kara podía leerse como Tang en clara alusión a la dinastía del mismo nombre y al origen chino de los sistemas de combate; lo mismo sucedía en Corea, donde el sistema de combate más popular de la nación era llamado Tang Soo Do. Para quien sepa leer aquí existe un tema de reflexión.
El maestro Funakoshi, ya lo mencionamos, estudió muchas y variadas corrientes de Karate y sistemas de combate que se conocían en Okinawa, por lo que las características de un buen número de estilos pasaron a formar parte de su interpretación personal del Karate, el cual logró popularizar en el mundo entero con el paso del tiempo; sin embargo, debemos señalar que los maestros que más influenciaron a Funakoshi fueron, sin duda, Yasutsune (ankoh) Azato y Yatsune (ankoh) Itozu, ambos alumnos a su vez de entre varios maestros mas, de Sokon "Bushi" Matsumura.

A mediados y finales del siglo XIX existía un marcado enfrentamiento entre expertos en combate orgullosos de sus raíces chinas (chu´an fa) y aquellos que reclamaban que su arte marcial tenía ya un carácter propio de Okinawa (tode). Funakoshi, tuvo la fortuna de estudiar los puntos fuertes de ambas "posturas", ya que el maestro Azato, gran estudioso de la escuela Wang Yang Ming de confucionismo y experto en karate Shorei le enseño la raíz mas apegada a lo chino, mientras que su otro maestro, Itozu, era un gran exponente de la línea Shorin, que para entonces acusaba matices propios de Okinawa. Funakoshi Optó por fusionar ambas visiones y hacerlas trabajar a su favor. La práctica del Karate, por aquel entonces, sé tenia que realizar de forma clandestina, puesto que por causas de la ocupación japonesa se le había prohibido a la población desde hacia 400 años practicar cualquier tipo de combate con o sin armas. No cabe duda que esa ley debe de haber hecho del entrenamiento de Karate algo sumamente emocionante, que debía hacerse secreto, muchas veces de noche y amparados por las sombras; un toque de adrenalina desconocido para todos nosotros que podemos elegir hoy en día entre cientos de escuelas que proliferan a la luz del día.

Semejante situación tenía muy disgustados a muchos profesores de artes marciales que difundían y desarrollaban su arte como una herramienta para el perfeccionamiento físico, mental y espiritual de sus estudiantes y que deseaban que el desarrollo de semejantes virtudes estuviera al alcance de todos sin tener que ocultarse como si fuere un delito. El mismo Funakoshi era prueba viviente del poder transformador del karate, puesto que de haber sido un niño de corta estatura para su edad, frágil y enfermizo, se convirtió bajo la guía de Azato e Itozu en un hombre de gran templanza, conocido por su fortaleza de carácter, su determinación y solidez física, como quedó de manifiesto cuando durante un tifón que azotó al pueblo de Shuri, mientras todos se refugiaban en sus casas, él se paró en el techo de su casa para aguantar el tifón mientras permanecía en posición de KIBADACHI (posición a caballo) y así perfeccionar su postura; no importó que el viento lo arrojara incontables veces al suelo cubierto de lodo, ya que en cada ocasión volvió a trepar hacia el techo para intentarlo de nuevo. Fue ese poder de decisión el que le permitiría muchos años después convertir el Karate que había aprendido en su pueblo en una moda y en una disciplina practicada por millones de personas alrededor del mundo.

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